Tomo aire, junto coraje… y salgo.
Con mi música-consuelo, arraigada a mis oídos.
Doy pasos entre la nada, sin ver qué sucede alrededor; no me importa.
El viento me recuerda que vivo, cada vez que golpea mi cara.
Y sigo, a pesar. Y sigo, porque debo. Y sigo, porque sigo.
Llego, aun cuando desearía no llegar.
Llego, y me detengo.
Miro fijo a ningún lado, miro fijo sin destino.
Otra bocanada.
Y un nuevo aire.
Me sorprende.
Me acaricia.
Cierro los ojos, y veo. Veo más allá.
Y me alienta, y me siento humano otra vez.
Otra bocanada.
Y vuelvo a tener ganas de seguir respirando.